Sobre héroes y tumbas (fragmento)
"
Ya se alejan en medio del polvo, en la soledad mineral, en aquella desolada región
planetaria. Y pronto no se distinguirán, polvo entre el polvo. Ya nada
queda en la quebrada de aquella Legión, de aquellos míseros restos
de la Legión: el eco de sus caballadas se ha apagado; la tierra que desprendieron
en su furioso galope ha vuelto a su seno, lenta pero inexorablemente; la carne
de Lavalle ha sido arrastrada hacia el sur por las aguas de un río (¿para
convertirse en árbol, en planta, en perfume?). Sólo permanecerá el
recuerdo brumoso y cada día más impreciso de aquella Legión
fantasma. "En las noches de luna --cuenta un viejo indio-- yo también
los he visto. Se oyen primero las nazarenas y el relincho de un caballo. Luego
aparece, es un caballo muy brioso y lo muenta el general, un blanco como la nieve
(así ve el indio al caballo del general). Él lleva un gran sable
de caballería y un morrión alto, de granadero." (¡Pobre
indio, si el general era un rotoso paisano, con un chambergo de paja sucia y
un poncho que ya había olvidado el color simbólico! ¡Si aquel
desdichado no tenía ni uniforme de grandero ni morrión, ni nada! ¡Si
era un miserable entre miserables!) Pero es como un sueño: un momento
más y en seguida desaparece en la sombra de la noche, cruzando el río
hacia los cerros del poniente. "